SOBRE MÍ

Estudiar psicología y trabajar con personas me ha enseñado que el ser humano es maravillosamente imperfecto, único y necesariamente social. La aceptación y el respeto por las desigualdades humanas es una gran ventaja competitiva para las empresas que lo entienden y transforman su visión humana en un lugar de encuentro para la igualdad.

Estoy firmemente convencida de la valía de las personas se muestra, cuando se les da una oportunidad ajustada a sus posibilidades, confiando en que son capaces de hacerlo, otorgándoles el tiempo y el espacio justo para que puedan ser y hacer.
 
Por eso la inclusión es un área muy importante para mí. Yo me crie con una persona con una discapacidad intelectual desde niña, y fue una de las más maravillosas amistades que tuve en mi infancia. Una persona que me marcó para el resto de mi vida, porque me mostró una forma muy diferente de entender la vida y el mundo.

Guiada por su visión, siempre he defendido la igualdad y la inclusión por encima de todo. Por ello, desde joven he formado parte de asociaciones sin ánimo de luco como Cáritas Diocesana, Autismo Málaga o AEPAE (Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar).

Pero no se llega a conseguir metas, si no tienes claros los objetivos, si no tienes motivación y constancia. Y eso lo adquirí de mi gran pasión: el baloncesto. Parte muy importante de mis valores, mi capacidad de superación, el trabajo en equipo, mi perseverancia, la gestión a la frustración y la aceptación al fracaso, son regalos que interioricé en las canchas de baloncesto, mientras botaba balones y trataba de encestarlos.

Lo que no se cuenta no existe y yo quiero dejar mi legado. Escribo desde que recuerdo y lo hago porque me aporta paz, equilibrio… Cuando en una cabecita como la mía la creatividad no para, hay que sacarla. Disfruto creando personajes, contando historias, despertando curiosidades y removiendo conciencias. Escribir es un privilegio, que me permite ser yo en mi estado más puro, pero sin desnudarme ante el público.